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La Tierra narra la tragedia de una familia rural marcada por un accidente taurino y un asesinato vergonzante. Si debo elegir lo que más me interesa me quedo con el asesinato, que genera el silencio cómplice de todos los testigos: matar al débil no es la solución. El silencio cómplice de una familia, de un pueblo, de un estado. ¿Les suena?

Nuestro país puede resumir su tránsito por el siglo XX como un tránsito silencioso. Callamos para esconder la dictadura más larga de Europa, Europa calló y negoció con el dictador, colaborando al sostenimiento de su régimen ilegal y asesino. Las mujeres callaron sus embarazos fuera del matrimonio: todavía hoy lo callan. Las familias callaron que sus hijos eran adoptados: la mía, por ejemplo. Los "Pactos de la Moncloa" fueron unos pactos de silencio para no remover la mierda: en cuanto se ha removido han aparecido las fosas comunes que tanto nos indignan cuando se cavan en otros países. Aún hoy, callamos ante los muertos de Irak, Etiopía, Afganistán, Sudán, El norte de Argentina -los niños se mueren de hambre en Argentina desde hace decenios, y estaban callados todos- el norte de España, donde algunos pretenden jugar a hacer política callándose ante el clamor de los asesinatos selectivos de una panda de asesinos a sueldo: no se puede ser cómplice de la represión y querer jugar a defender la libertad. Tampoco es posible que los que hoy se escandalizan ante el comportamiento de Batasuna hayan preferido/aconsejado El silencio, el paso de página, el olvido ante el horror franquista.

Creo que José Ramón piensa igual y, por eso, la edición de la obra la encabeza con una cita de Karl Marx, un poema de Antonio Gamoneda, Malos recuerdos -cuando el poeta no era famoso. Ahora lo es-, y tres párrafos de La escritura o la vida, de Jorge Semprún: La vergüenza, el sentimiento de vergüenza, es transversal a todos estos textos. A todos ellos, me he permitido añadir la cita de M. Luther King, que encabeza este apartado, y que universaliza el sentimiento de vergüenza de los personajes de La Tierra.

En La Tierra los personajes sienten vergüenza por el asesinato de un inocente. Y callan la vergüenza. En España este silencio cómplice ha sido protagonista de más de la mitad del siglo XX. Algunos analistas defienden la tesis de que los "Pactos de la Moncloa" se forjaron en torno "al silencio" sobre los cuarenta años anteriores. Una costumbre. En este presente que vivimos (¿inevitablemente?), presenciamos, conocemos, escuchamos, situaciones inadmisibles que admitimos porque es mejor admitir y callar que gritar ¡basta!

De esta manera tan sencilla podemos comprender que La Tierra es española y es universal, a pesar de tratarse de una tragedia rural cuyos personajes tienen nombre. Eso mismo decimos de Shakespeare o Calderón. José Ramón trama una tragedia rural lorquiana pintada por Antonio López/Víctor Erice -no le hemos preguntado pero estamos convencidos de que forman parte de su lista de admiraciones- que, desde lo particular de la peripecia, genera materia de reflexión para lo general, lo universal: como debe ser.

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OBRA COMPLETA

FICHA ARTÍSTICA
Pilar

Teresa Nieto

Juan

Chema de Miguel
Yiyo Alonso

María

Miriam Montilla

Miguel

Jorge Muñoz

Pozo

Ángel Jodra
Juan Alberto López

Mercedes

Manuela Paso

Fernando

Quico García

Guardia Civil

Félix Estaire

Hombre

Emilio del Valle

Miguel niño

Andrés Gosálvez

FICHA TÉCNICA
Dirección

Emilio del Valle

Autor

José Ramón Fernández

Ayte. dirección
Espacio sonoro
Audiovisuales
Diseño gráfico

Jorge Muñoz

Escenografía
Vestuario

Elisa Sanz

Iluminación

José Manuel Guerra

Dirección técnica
Realización escenografía
Utilería

Francisco Ramírez

Composición musical

Montse Muñoz

Sastrería

Maika Chamorro

Distribución
Gerencia

[in]constantes teatro

5.772

Espectadores

19

Funciones

★★★★★

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